Historia

Los Comienzos...
En sus primeras épocas transitaban la Doble Avenida, sulkys, carros y chatitas convertidos en carrozas completamente adornadas y otros acopladitos sobre los que tocaban músicos con bandoneón, acordeón, guitarra, "meta y ponga". Algunos usaban la caja del vehículo para simplemente hacer un asadito.
Inicialmente, sin altavoces ni palco, se disfrutaban los sonidos que surgían del alegre cortejo. En sus costados se apostaban mesas llenas de gente, sentada en los bares o divirtiéndose en kermeses.


La algarabía se acentuaba tirando con un "lanzaperfumes" agua de azahar o agua perfumada (muy dañina para los ojos según el testimonio de sus víctimas oculares), o bien agua que venía en un pomito y que vendía "Federico A. Casa". Tampoco faltaba en sus noches la serpentina, las flores y el papel picado.

Una vez acabado el carnaval, a las 12 de la noche empezaba el "piedra libre"; quien no se iba pronto a su casa era sorprendido por camioncitos o chatitas que trasladaban tachos de 200 litros de agua y que mojaban a cuanto transeúnte se encontrara. Los Giaveno ponían en funcionamiento su "tachómetro" y con una bomba se encargaban de tan ardua tarea. En otro móvil Pancho Herrera era también uno de estos "bomberos" del piedra libre.

Los cincuenta...

En su época de esplendor los carnavales fueron organizados sucesivamente por un grupo de vecinos entre los que se encontraban: Gregorio Basmadjian, Guillermo Aguilar, Livio Aymar, Rodolfo Ramos Baliari, Ítalo Castelli, Carlos A Chiavasi, Jorge Chiavasi, Domingo Lecuona, Gabriel Martínez, Domingo Pesasi, Arturo Presas, José Ramé, C. Ray, Julio Ray, Roberto Risso, Agustín Scamarda, Pedro Suárez y José M. Terrera.


En los '50, la participación era principalmente de los clubes del pueblo (Atlético River Plate, Independiente, UVIC y Unión), que competían postulando cada uno una candidata para reina, a las que mostraban paseándolas en un auto.


Después del corso el jolgorio continuaba en alguno de los clubes con el tradicional baile de carnaval, al que asistía toda la familia. Era entonces cuando se producía el tan anhelado abordaje a las damas. Los “galanes” unquillenses se las ingeniaban para evadir la compañía de la “probable futura suegra” o de la anticipada acometida de un posible rival.

Miradas, señas y “cabeceadas” invitaban a compartir una pieza. Cuando la propuesta era aceptada se emprendía el baile al ritmo impuesto por los músicos de turno. Algunos aprovechaban el baile circular para eludir la mirada de la madre de la dama e iniciar la persuasiva conquista.

Disfraces y carrozas

Los carnavales convocaban a vecinos y familias enteras que preparaban con debida anticipación sus disfraces o carrozas. Entre éstas, las más famosas fueron "El trencito" de Irineo Avellaneda y "El tranvía" tirado por caballos, donde iba toda la gente arriba.
Un antiguo concurrente entre risas deja escapar un recuerdo: Sabía ir siempre una monjita, que era confundida por su original disfraz (que en realidad no lo era) y era mojada como el resto. Era entonces cuando con religioso enojo quería convencer de que era una monja de verdad.


El espectáculo que quedó grabado en la memoria de los unquillenses fue el “Gran Circo Alto Alegre", ganador del primer premio en el año 1955, comandado por toda la familia Herbera; y es una de ellas, Beatriz, la que nos explica:
“El circo se presentaba con una coupé descapotada que conducía el 'dueño del circo', y en el que iban el anunciador, el prestidigitador, la malabarista china y la acróbata negra. Seguían dos camiones jaulas, uno con las fieras: el león, el tigre, el cazador y la domadora; el otro llevaba a los monitos y al mono grande. Sobre una mula pintada como cebra se movía el ecuyere, en tanto la osa, llevada de un collar por el gitano, caminaba a continuación y los payasos hacían de las suyas entre la gente. La mujer barbuda y el encantador de serpientes se alternaban con los ocupantes del auto, y el doble mono corría entre la multitud, enancado uno sobre el otro. Finalmente, el peón corría a las fieras que se escapaban y las devolvía a su jaula, limpiando la bosta que los animales dejaban sobre la calle o en sus habitáculos, y les daba bebida y comida. Los músicos del circo tamborillaban desde el automóvil.”

Los sesenta...

Durante el gobierno provincial de Paez molina en la década del '60 y gracias a la intermediación de Chiavasi, se realizaron en Unquillo los Carnavales de la Provincia de Cordoba, llamados “El Carnaval de las Flores”. Fue en esa ocación que en el pueblo se concentró la mayor cantidad de gente (unas 25.000 personas). El trayecto por donde circulaban hermosas carrozas era desde la calle 25 de Mayo hasta la plaza Alem, por donde se daba la vuelta.

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